El 1×1 y la Autopista del Sur.
Cuando me llevaban al colegio, en el carro sólo sonaban dos categorías de música: la gringa, en emisoras como Éxitos1090 o Radiodifusora Venezuela Dial 790, y la latina, casi siempre proveniente de cassettes, donde oíamos desde La Billos hasta mi favorita: “Dueño de Nada”, de José Luis Rodríguez.
Un día, en el carro de una amiga, descubrí “Plantación Adentro“, de Rubén Blades. En esa época (finales de los 70), la salsa brava no era muy escuchada en “los carros del colegio”. Lo más “orillero” era el atorrante merengue dominicano, que a efectos de entender lo que decía, podía caer en la categoría de música en otro idioma: wakaguacalala aé.
Los carros con los que hacíamos transporte pasaron a ser, para mí, representantes de la música que reproducían: Fiat Brava vinotinto y salsa. Cougar color ladrillo con Billos. Toyota Samurai Gris de Funkytown. Una adaptación sonora del Cortázar que vine a entender años después.
Matrimonios obligados, citas a ciegas y casualidades.
Gracias a María Elena, dijey del carro que me presentó a Camilo Manrique, comenzó mi romance con la salsa. Fue difícil: a mi mamá no le gustaba “esa música”, pero al final el amor triunfó y todavía soy tan feliz con ella como el primer día.
Por otro lado, mi papá, isleño rajado, quería obligarme a que me gustara la “isa Canaria“, y me serenateaba con timples, laúdes y vírgenesdecandelaria. Pero no hubo caso: nunca existió química entre esas estudiantinas y yo. Buen padre de hija terca: desistió y se conformó con hacerme fan de la Bártoli.
Eso me demostró que los gustos y las afinidades no pueden imponerse. Aunque ame a mi papá me enerva el chillido del timple y mi mamá, aunque me llame todos los días para saber si estoy viva, sigue sin soportar la salsa. Eso no significa que me quiera menos, o eso creo.
El decreto 1×1 de Luis Herrera Campíns o la Ley del Talión Musical.
Mi vida musical era muy fácil hasta que, desde “la autoridad”, quisieron obligarme a oír cosas a juro. Salió un fulano decreto que obligaba a las emisoras de radio a rotar una canción extranjera con una venezolana. Me presentaron voces nuevas, pero, aunque repitieran a Colina cada 10 minutos, nunca me gustó. Que quisiéramos a Melissa no tenía nada de original: era el mismo glam rock ochentoso en venezolano. A Frank Quintero lo oíamos antes y Yordano, underground, era mejor sus las versiones glamorizadas.
Estábamos forzados a oír esa música, pero no a disfrutarla: Pueden obligarte a hacer algo, pero no pueden obligarte a que te guste. Esa filosofía, bastante simple, ha guiado mis gustos y nunca me ha fallado.
Entiendo que quisieran apoyar a los desamparados artistas nacionales. Sin embargo, no importa cuánta palanca hayan tenido, si eran malos, ni aunque me forzaran los soportaba y terminaba apagando la radio o poniéndome los audífonos de mi modernísimo walkman.
Todo el mundo tiene derecho a ser oído, y leído (pero diga algo).
El resumen autobiográfico se debe a un “desencuentro” que se presenta en una red social que está de moda ahorita, pero que estoy segura de que no se limita a ésta: Twitter. Y la reciprocidad, un nuevo “Follow 1×1” , donde si te sigo deberías seguirme de vuelta.
Cuando empecé a participar en Twitter sentí cierto miedo escénico. No es cualquier cosa gritar lo que piensas o lo que te gusta sin saber quién te va a leer. Poco a poco y con bastante ayuda fui entendiendo, más o menos, de qué iba la cosa. Descubrí que había personas con gustos similares y creí que el objetivo de Twitter era ése: compartir intereses, en forma de pensamientos, enlaces, música, etc.
No te sigo para que me sigas.
Al igual que mi papá y mi mamá, existe gente a la que amo con la que no comparto el menor interés. ¿Para qué van a calarse mis enlaces de diseño y fotografía siguiéndome en Twitter?. Mis amigos de otros países, y hasta en Venezuela, no dejan de ser mis amigos sin no quieren aguantar mi quejadera contra Chávez y su gobierno en Twitter.
He tenido la suerte de conocer personas maravillosas en Twitter, pero creo que esa red no es para hacer amigos sino para compartir lo que nos gusta, y lo que le gusta a cada uno tiene “subconjuntos” que nos hacen más o menos compatibles allí.
Entiendo que la iniciativa del Follow 1×1, que además viene de alguien a quien aprecio realmente, es la de animar a la gente en esta red social. En palabras de su creador es “una forma de romper el hielo”. El riesgo de esos follows backs “obligados” es que se pierda lo que, creo yo, es la esencia, intereses comunes.
Me agrada que me presenten nuevas opciones, y eso es lo que me gusta de que expongan personas nuevas. Pero no me gusta que, como castigo por mi follow estén obligados a leerme de vuelta.
Para que alguien siga mis “updates” debe saber lo que me gusta, que soy mamá, que no leo (extremas) vulgaridades, que amo el cine, las series, los libros y el yoga, el diseño y la publicidad. Si lo que te interesa es la mecánica qué vas a lograr leyéndome?
Al igual que nunca me gustó la isa canaria, hay personas que por más que las obliguen nunca disfrutarán lo que escribo. ¿Por qué convertir lo que debería ser una red social en una tortura para ellos?
Puede que sepan de mí por una recomendación o un RT. Pero léanme porque les intereso, no para tener una barajita más en el álbum de Twitter
Porque, y volviendo al gobierno de Luis Herrera “nadie es monedita de oro para que todo el mundo lo quiera”
Nada que ver. El Follow 1×1 "sugiere" seguir a quien te siga, no puede obligarte porque no hay coercitividad. X Deoxxx!
Obligado ni el agua. Buen post.
A mi también me recordó mucho el famoso 1×1 de las canciones en los 80´s
Un post muy interesante y más que bien planteado. La verdad yo aún no le veo la utilidad al Twitter lo cual no quita que la tenga pero simplemente no la tiene para mí, al menos por ahora.
Sin embargo tengo entendido que el Twitter no es sólo para compartir intereses sino también para seguir a tus "enemigos" o simplemente aquellos tópicos que no te gustan sólo para saber que se está cocinando supongo que por aquello de "keeps your friends close and your enemies closer".
Por supuesto esto es sólo lo que "he escuchado" ya que no participo activamente dl Twitter y los 99 seguidores que tengo seguirán ahí muriéndose del asco en mi perfil porque de momento no me amigo a escribir 140 caracteres ni a invertir tiempo en leer los Twits de mis contactos.
Por otro lado y volviendo a tu post; creo que muchas personas están en el Twitter más por una cuestión de moda, como buenos Venezolanos que estamos "in" y en lo último de todo, que otra cosa; sin mencionar los que te siguen sólo por curiosear, por chismear o por mantenerse al día de lo que posteas aunque efectivamente como mencionas no sean cosas de su interés.
Si todas las personas cayeran en cuenta de lo que aquí planteas; seguramente le darían un mejor uso al Twitter y tal vez entonces, incluso yo le encontraría la utilidad!!
Totalmente de acuerdo. Salud por la libertad.
Excelente post. Otra perspectiva a esta situación.
Te agradezco muchísimo el tiempo que te has tomado a escribirlo, y me ha encantado.
Muchos saludos. adl.
Una manera muy decente (aunque mi opinión sobre el asunto es la misma realmente, la mia incluye algunas palabrotas xD) y bien escrita de decir que cada quien tiene derecho de seguir o no seguir a quien le de la gana. Totalmente de acuerdo contigo.
Uff! Excelente!
Totalmente de acuerdo, amiga. Lo excelente de Twitter es eso que tú dices: el poder descubrir y seguir a gente que comparte los mismos o similares gustos e intereses. Pero no siempre es recíproco ese interés. Lo mejor es que no hay problema. Hay espacio para esa desigualdad. Por eso es que el follow 1×1 no tiene sentido en Twitter. Porque no puedo obligar a nadie a que me siga y me lea únicamente porque yo sí lo sigo. A menos de que lo que se quiera sea acumular followers sin el mayor esfuerzo. (Porque darle click al botón de follow es bien fácil, let me tell you. Y más si sabes que a juro te darán followback.) Para atraer audiencia y ganar followers (si esa es la meta) hay que ser buen comunicador. Hay que ganarse esos followers con buenos tweets.
Gracias por compartir tu ideas, Carmencita. 🙂
Excelente sistah 😉
Nunca más de acuerdo, lo cierto es que intentar obligar a la gente a estar cerca de ti sólo hará que se alejen más pronto de lo que se acercaron.
Me quedo viviendo en tu blog y como siempre mi amor para ti aunque ese sea otro tema.