Despropósitos de Año Nuevo.

Tenemos derecho a dejar ir.

Para muchos de nosotros, 2024 ha sido uno de los años más complejos de nuestras vidas, repleto de transformaciones, partidas, descubrimientos y reflexiones. El año en el que he entendido que la vida siempre nos va a tirar curvas y que tenemos que aprender a controlarlas. Despropósitos por todos lados.

El júbilo de lo incierto.

En todo caso, hay algo que no cambia: esas listas de resoluciones de año nuevo preparadas por gente mucho más organizada que yo que busca superar las metas de este año agonizante. En el fondo, creo que, desde enero del año por terminar, comienzan a alimentar su autocrítica hasta que alcanza el tamaño de Godzilla al final de diciembre y justifica esas listas anuales.

La magia de saberse afortunado y reconocer los triunfos inesperados.

Obviamente, no pretendo competir con tal organización , por eso he decidido convertir mi falta de planificación en una habilidad digna de LinkedIn y proponer el establecimiento de los ‘Despropósitos de Año Nuevo’. En este caso, se trata de una hoja en blanco donde, al final de cada año, hacemos inventario de todo lo que ha salido bien, eso que nunca hemos planeado y nos ha sorprendido de tal manera que, sin lugar a dudas, ha resultado mucho mejor que si lo hubiéramos propuesto.

Por supuesto, en mi caso no se trata de logros que me han llevado a la fama mundial. Por ejemplo, en mi columna del “haber” este año he incluido elementos que podrían resultar insignificantes, como darme cuenta de lo que que siempre he desdeñado ahora me alegra el día, o que es posible visitar la misma ciudad varias veces y sentir que nunca es la misma. 

No obstante, lo que ocupa el primer lugar en mis “despropósitos” inaugurales no son cosas. Son las personas con las que puedo ser yo misma, la familia que tienes cerca y la que extrañas, los amigos de antes, los de ahora o esos que has mantenido guardados y reaparecieron, y esos que siempre lo han sido, sólo que aún no los conocía.

El valor del desapego.

Así que propongo un brindis por lo que nunca estuvo en mis propósitos para 2024 y, sobre todo, por los despropósitos de 2025.

Feliz Año Nuevo. 

31/12/24.

PD: Alguien me hizo recordar mis clases de lógica de 2do. año de derecho y darme cuenta de que no hacer propósitos de Año Nuevo es un propósito. Pero bueno, así es la vida, ¿no? 😉

English version.

-Or the bandaids I’m using while I remember how to bring back to life my websites’ section in English, or you learn to speak Spanish-

The New Year’s Nonresolution List.

The right of being able to let go 

For many of us, 2024 was a challenging year: full of transitions, farewells, revelations, and acceptance. It was the year I understood that life will throw us curves and that it is up to us to learn how to handle them.

Embracing Random

Nonetheless, something remains unalterable: the lists of new-year resolutions by people—notably more organized than me—containing specific goals to be completed during the upcoming year and reflections about what could have been better this year that’s about to end. From my personal standpoint, I feel like some people’s self-criticism grows to the size of Godzilla as December progresses. 

This year, which is about to start, I’m reframing my poor planning as a skill and suggesting we create a new tradition: the New Year’s Nonresolution list. A blank sheet of paper with the headline above. At the end of each year, this empty page will help us inventory everything that went well, which we never planned, and it will amaze us that it turned out much better than if we had written it down.

The Magic of the Unplanned Triumphs

It does not have to be about extraordinary acts that make us famous. In my humble 2024 “assets” column, I’ll include elements that could be considered insignificant for some, such as discovering that activities you used to look down on are now the highlight of your day or that you can visit the same city several times and feel it is never the same. However, what occupies the first place in what I call the “New Year’s Nonresolution List are the people with whom I can be myself, the family I have close and the family I miss, the forever friends and the ones I kept in an unintentional vault and resurfaced. And finally, those who have always been my friends, even though I didn’t know them until now. Salud to them.Salud to them.

Giving power to detachment

See? none of the above was on my list of purposes for 2024. But, come on, what list?

For these reasons, my 2025 to-do list will be as empty as it has been in previous years, but now I will call it a “New Year’s Nonresolution List”.

Happy New Year.

12/31/24

PS: Someone reminded me of my second-year law school logic class, making me realize that not creating New Year’s resolutions is a resolution. But hey, that’s life, right? 😉

Leave a Comment

Filed under 2025, Año Nuevo, Feliz Año Nuevo, Uncategorized

Largas vidas al Rock n’ Roll. O cómo la música y su interpretación no debería tener fecha de vencimiento.

Creo que puedo contar con los dedos de las manos las veces que un artículo de prensa o revista ha logrado que me provoque escribir sobre ellos. En este caso, la “afortunada” fue una pieza publicada en “The Atlantic -muy bien escrita, ya que de lo contrario estaría, no sé, ¿en el NY Post?- donde el autor afirma tener el peor gusto musical entre su grupo de amigos porque prefiere “Boston” a “Led Zeppelin”. Seguramente tendría que usar Google para nombrar un tema de Boston, pero pienso que creer que esa banda puede estar en la misma oración que a LZ no es el problema más grave de este señor.

En el párrafo siguiente, declara, lo cual me hace entender porqué prefiere Boston que LZ, que “nunca ha estado interesado en escuchar a los Rolling Stones sacarle un poco más de dinero a la multitud en un estadio, o a “The Who” jurar, nuevamente, que se jubilan” (la traducción es mía). Posteriormente, defiende las grabaciones mejoradas o “remasterizadas” de temas clásicos, al igual que sus reinterpretaciones acústicas… siempre y cuando no vengan acompañados de un show que intente revivir glorias pasadas. Podría detestarlo por criticar los solos de guitarra (sí, ya entendimos porqué no le gusta LZ), pero lo que realmente me molesta/irrita/ es su declaración de que una vez que alcanzas cierta edad, la furia y descontento que puedes sentir no merece ser protagonista de un éxito musical.

Admito que algunas de mis canciones favoritas cuando tenía veinte años son totalmente diferentes treinta años después, aunque sean las mismas. Al igual que los libros. En los ochenta no paraba de cantar “… Life goes on, long after the thrill of living is gone” (Jack and Diane, John Mellencamp), pero estoy consciente de que ese “thrill” no es el mismo, pero no se ha ido. Otro ejemplo es “The Story of my Life” de Social Distortion, que pasó de ser un himno de rebeldía a una semblanza semi autobiográfica, o mi extraña fascinación con Dropkick Murphys y sus cantos a la clase trabajadora del este de los Estados Unidos, obviamente escritos en una época en la que aún “I’m shipping out to Boston” no los había hecho millonarios. Sin embargo, hay otras canciones que son exactamente las mismas, veinte o treinta años después: “Laid”, de James es una de ellas.

He tenido la suerte de ver “después de viejos” artistas del tamaño de AC/DC, Roger Waters, Genesis, Paul Simon, Willie Colón, Oscar de León, etc. -no me juzguen-, y creo que sentenciar a las bandas “clásicas” a la estricta remasterización o a hacer versiones acústicas de sus temas famosos es el equivalente a declarar que las mujeres de más de 60 años no deberían usar bikini, mini falda, o tener el pelo largo. Afortunadamente, artistas como BB King (quien dio uno de los mejores conciertos que he visto, a los 70 años) y Celia Cruz (que estuvo de gira hasta el último año de su vida) no creyeron que darle a su audiencia la oportunidad de presenciar virtuosismos irreplicables era “sacarle más plata a la gente en un estadio”. No sé qué daría por ver a Jimi Hendrix en vivo ahorita. Viejo. A Glenn Miller. A Sam Cooke.
Por otro lado la vitalidad del “septuagenario” (sí, tenías razón) Joe Walsh, o del “minusválido” Phill Collins logra que la audiencia viva experiencias mucho más memorables que en un concierto de (mátenme) ¿Adele?.

Entiendo que para algunos ver a sus ídolos juveniles envejecer es un recordatorio de su propia caducidad. Pero yo estoy con los que opinan que envejecer es inevitable, pero sentirse viejo depende de uno.

Hay artistas que sienten lo mismo.

Ellos necesitan un estadio.









“Envejecer es inevitable, pero sentirse viejo depende de uno”

1 Comment

Filed under entretenimiento, Genesis, Uncategorized

Sobre “The Power of the Dog”

Día 4

ADVERTENCIA: Lee esto sólo si ya has visto la película o has decidido no verla porque te aburre lo que hace Jane Campion.

Admiro a los críticos literarios y cinematográficos. Es casi imposible para mí ser objetiva sobre los valores de una obra cuando simplemente no me gustó, porque parto de esa apreciación personal y entonces busco imágenes, diálogos o personajes que justifiquen mi posición. Por eso esto no es mi crítica sobre “The Power of the Dog”. Es sólo mi opinión, que decidí escribir cuando alguien me pidió en Twitter que le “vendiera” la película

Mi relación con este filme empezó cuando Netflix me la recomendó : Benedict Cumberbatch (Phil), Kirsten Dunst (Rose), Jesse Plemons (George) y el muchachito de “Let the right one in” (Peter) juntos, más Jane Campion y vaqueros… Sólo faltaba Wes Anderson y, a lo mejor, algo en coreano, para que pareciera una película hecha especialmente para mí.

No tenía idea de lo que iba a ver y que el súper británico Cumberbatch de “The Electrical Life of Louis Wain”, reencarnara en este vaquero que competiría hasta con John Wayne fue una agradable sorpresa. Jesse Plemons es un anacronismo ambulante cuando lo ves en 2021: pertenece a 1920, y es, en mi opinión, uno de los mejores actores cuya carrera he tenido la suerte de presenciar. Kirsten Dunst siempre es fabulosa y tengo serias dudas sobre si el chico que hace de su hijo está actuando o esa es su verdadera personalidad. Los personajes son formidables y las actuaciones desalientan a cualquier otro actor que crea tener chance para ganar un Óscar este año.

Cumberbatch es Phil, la carismática oveja negra de una familia con dinero que tuvo la mala suerte de nacer con 100 años de adelanto. Creo que su crueldad es consecuencia de tener que ocultar lo que seguramente era considerado un atavismo. Su auto sabotaje incluye un total desdén por su higiene personal, quién sabe si también para molestar a los que lo rodean. Te recuerda que se graduó con honores de Yale citando filósofos mientras castra su toro número cien.

Plemons es George, su hermano, a quien Phil sólo llama “Fatso” (¿gordito?). Otro producto de esos tiempos, y un personaje quizás mucho más complejo que el de Cumberbatch. Es evidentemente quien dirige del rancho y puede parecer “bonachón”. “Fatso” o no, él manda, y terminas dándote cuenta de que considera a su hermano como otra de las responsabilidades que vino con los acres heredados.

Kirsten Dunst es Rose. Su personaje hace que agradezca años de lucha feminista para eliminar la idea de que solo un marido puede salvar a la “damisela en peligro”. Viuda. Con un hijo adolescente que la ayuda a regentar una especie de hotel donde no puede reservarse el derecho de admisión. Si esto fuera una novela venezolana, sería “Nacida para sufrir”. Gracias a Dios que Jane Campion nació en Nueva Zelanda.

Rose pasa de ser la dama -viuda- abnegada obligada a hacer lo que la providencia dispuso para ella en un hotel, a dama abnegada -casada con George- obligada a hacer lo que providencia dispuso para ella… pero en un rancho, cuando Phil agrega a su lista de obligaciones en el rancho el hacerle sentir inadecuada. Aterrorizada. Hasta paranoica. La inmensidad del paisaje te recuerda que no hay salida y entiendes que la transformación de Rose es la única huida posible.

Indudablemente la estrella de esta historia es Peter, el hijo de Rose. Sigo a Kodi Smit-McPhee desde que en su -nunca tierna- infancia protagonizó la versión norteamericana de “Let the right one in” (“Let me in“, en EEUU), y once años después no decepciona.

Si Peter hubiera nacido en 2004, su foto en el anuario del High School diría “Fundó su primer “start up” a los 7 años”. Es renacentista: dibuja, hace disecciones, interpretaciones botánicas en papel, estudia enfermedades infecciosas, se encarga de la decoración del comedor… y sin YouTube ni TikTok. Cuando comienza la película crees que es el hijo perfecto y, al final lo compruebas. Ama a su madre, que lo sobre protege innecesariamente. Quizás por esos ojos gigantescos que parecen incapaces de ver matar a una mosca, o a un conejito.

Su relación con Phil es complicada. Creo no haberla entendido por completo y aún me pregunto si lo que lleva a Peter a hacer lo que hizo fue sólo por amor a su madre. Tampoco estoy segura de si esta será la última vez que use su entrenamiento médico solucionar sus problemas. Pero quizás es porque he visto demasiadas películas de crímenes.

La historia es maravillosa, pero hay que prestarle esa atención que generalmente deambula cuando ves películas en tu casa. No es difícil de seguir, pero está llena de detalles que no quieres perderte por responder un mensaje de texto.

En conclusión, no he podido sacar “The Power of the Dog” de mi cabeza, dos después de terminar de verla ¿Me gustó? Probablemente.

No sé si la disfruté, pero me pareció maravillosa. Ustedes, ¿qué opinan?

1 Comment

Filed under entretenimiento, madres, Uncategorized

Hola, página en blanco: vengo a ensuciarte

Día 3

No le temo tanto a la página en blanco como a ensuciarla con estupideces. Siempre me han gustado las palabras, tanto que a veces me ha provocado enmarcar frases de de mis escritores favoritos. Lástima que no importa lo brillante del texto, una vez que los cuelgas en la pared se convierten en afiches motivacionales donde siempre hay un gatito colgando de un árbol.

Los expertos dicen que para escribir hay que leer mucho. Pero mientras más leo, peor me parece lo que escribo. Sin tener dotes de vidente, sé que si algún día me atreviera a escribir un cuento, va a ser el equivalente a un acto de fin de curso de una escuela primaria que sólo tuvo dos días para ensayar… y donde el único que tocaba piano se enfermó. Pero, ¿quién sabe si ese acto desastroso se convierte en algo que me interese hasta a mí?

Por eso es que a veces ¿lamento? que gente como Ana María Matute, Julio Cortázar, Ray Bradbury, J.L. Borges, Guy de Maupassant y, últimamente, Mariana Enríquez, me recuerden que poner palabras una al lado de la otra no es lo mismo que escribir. Genios.

Leave a Comment

Filed under castellano, lectura, Uncategorized

Desnudo literal

Día 2

Escribir es exponerse. A veces, releer una declaración puede ser más bochornoso que ese “selfie” que lamentablemente nunca le mandaste a tu pareja. Lamentablemente, porque estoy segura de que es más fácil avergonzarse de lo que expresaste en algún momento que de un retrato de tu cuerpo a los quince, o veinte años. Sí, existe algo peor que el “body shaming”: el “text shaming”, donde agarras una lupa y sometes al escrutinio más severo no sólo lo que dijiste sino lo que quisiste, o dejaste de decir. O una epifanía tardía que te revela que había formas mucho mejores de expresarlo.
Puedo apostar que si, de repente, esos escritos adquirieran forma humana, sólo notaría sus adiposidades, arrugas profundas. Verrugas. Jorobas.
Escribir te hace vulnerable. Te desnuda. Pero sólo antes los ojos de quien te lee. Es un strip tease que aunque es apto para todo público, no es para todo el mundo.


Leave a Comment

Filed under aprendizaje, Uncategorized

Práctica. Práctica. Práctica.

Día 1


“Practice And All Is Coming” Sri K. Pattabhi Jois.

En mis más de 20 años practicando yoga, hay una frase de Sri K. Pattabhi Jois que, sin importar cuántas veces escuche, encuentro tan llena de significado como cuando la oí por primera vez: “Practica y todo llegará”.

Pablo Picasso dijo algo parecido: ““Cuando llegue la inspiración, que me encuentre trabajando.”. Encuentros divinos con resultados excepcionales.


Un parte de mí piensa en lo afortunados que fuimos cuando esas mentes brillantes cayeron en cuenta de que el talento sin esfuerzo no lleva a ninguna parte. La otra se pregunta qué invenciones milagrosas jamás salieron a la luz porque ese pseudo genio prefirió entregarse al Tik-Tok del medioevo. O al PS 5 del Renacimiento. Qué desperdicio.

Por eso hoy decidí tratar de seguir esas enseñanzas de Pattabhi Jois y de Picasso y forzarme a escribir algo todos los días. Estoy consciente de que lo importante no es necesariamente el resultado final, sino lo que puedo encontrarme en el camino: en la práctica diaria. Sé que, como pasa con el yoga, mi cuerpo puede sentirse diferente cada día y responder de una forma totalmente distinta. También reconozco que esa disculpa anticipada puede traducirse en una “huida hacia adelante” que justifique barbaridades ilegibles. Es más, estoy segura de eso.

Pero creo que lo más importante es que cada día me daré la posibilidad de empezar de cero, de escribir una historia completamente nueva. O continuar con la anterior.

Porque este futuro que escribo aquí es mío sólo si decido hacerlo suceder.


3 Comments

Filed under aprendizaje, castellano, Uncategorized

Gracias

No crecí celebrando el Día de Acción de Gracias (Thanksgiving Day). No me gusta el pavo. Detesto la salsa “gravy” y todavía no acepto que le pongan marshmallows a las batatas. Tengo conflictos con los postres con auyama/calabaza y aún no entiendo el fútbol americano.

Como podrán imaginar, mi familia no vino a EEUU en barco hace veinte generaciones. Sin embargo, tendría que ser bien tonta para no aprovechar un día que me obligue a hacer un inventario sobre “the blessings of the year” y me haga darme cuenta de que no todo es tan malo.

Así que voy a pretender que estoy sentada en la mesa y es mi turno de decir por qué estoy agradecida este año:

  • Por mi familia. Una familia sana, con dos hijos adolescentes que aún aceptan mostrarse en público conmigo.
  • Por mis amigas: las de siempre, las reencontradas, y las de ahora en adelante. Con las que sientes que el tiempo no pasa, o que quieres que se detenga. Las que necesitan que les traduzca esto y las que no.
  • Por esas posibilidades de empezar de cero. O de uno. Descubrir que siempre puedo aprender algo nuevo, y que aún disfruto hacerlo.
  • Por la oportunidad de apreciar aún más los viajes y los conciertos y darme cuenta de que las experiencias duran mucho más que las cosas.
  • Porque aún existen tantas cosas que no entiendo.
  • Por reconocer que decir “no gracias” es otra manera de mostrar agradecimiento.

Finalmente, agradezco estar segura de que estoy dejando muchas cosas fuera de esta lista, porque es más fácil recordar lo malo que contar las bendiciones.

Leave a Comment

Filed under aprendizaje, hijos, Uncategorized

Premoniciones.

Maldito espejo. Seguro goza recordándome que la gravedad no tiene nada de fuerza atractiva.

Envidio a mis amigas, esas diosas, que están disfrutando envejecer. Para mí se ha convertido en dos “tours de force”, que se enfrentan: El equipo “mantenimiento básico/hazlo con dignidad/acuérdate de Meg Ryan” y el equipo “primero muerta que con cuerpo de cincuentona y bata de encaje de playa”. El tiempo, decidirá el ganador. Y seguramente le dará una medalla, de plata.

Lo que sí me divierte enormemente es mi envejecimiento mental. Ese que no tiene que ver con pérdida de facultades mentales, sino con el desarrollo de capacidades premonitorias, donde con pocos elementos sé exactamente qué va a pasar, o mejor aún, qué no va a pasar.

Mi “primera juventud” estuvo llena de una fé de lentes rosados, que esperaba finales felices hasta en series de terror coreanas. Creía que todo tenía un significado en esa autobiografía “en vivo” que protagonizaba. No entendía la poca importancia de esos personajes secundarios que terminarían siendo extras, y hasta editados en la versión final.

Ahora, trato de retrasar el cuerpo de cincuentona y el “cover up” de encaje, pero luzco con orgullo mi cara sin lentes rosados, con anteojos para la presbicia, rojos, que me ayudan con mis premoniciones, y enfocan lo importante. Lentes que demuestran que hay cosas que siempre serán borrosas,



1 Comment

Filed under Uncategorized

Metas no superadas

Cuando empezó la encerrona del CoVid me hice otra de mis famosas resoluciones incumplidas: escribir más a menudo. Eso, más el firme propósito de dos horas de ejercicio a diario, aprender a tocar el ukulele (!!!!!!), organizar las fotos de mi teléfono, y hacer kimchi, eran miembros de la pandilla de mis “algún día.”

No sé si fue porque me di cuenta de que lo que parecía tiempo libre me hacía sentirme atrapada. O porque no quería pensar, y menos escribir, sobre lo que estaba pasando y así hacerlo menos real. A lo mejor fue culpa de “Tiger King.” En conclusión, de las metas que me propuse al principio de los confinamientos no creo haber alcanzado ninguna.

Sin embargo, la lista de lo que no sabía que tenía pendiente sí se ha ido completando. No tenía planeado reconectar con gente que ni sabía que extrañaba, y que a lo mejor ni sabía que existía. Ni comprobar que en un mes no vas a recordar el 99.9% de lo que crees que es importante hoy. Tampoco pensaba descubrir que “no tengo tiempo” en realidad significa que no tienes ganas.

No sé si mi balance de logros sea positivo o negativo. Tampoco creo que convertir una situación difícil en una auto evaluación sea lo más sano para mí. O para nadie.

Eso sí, después de más de año y medio con demasiado de ese mal llamado “tiempo para mí”, concluí que no debería llamarse “tiempo libre” si estás obligado a tomarlo.

1 Comment

Filed under aprendizaje, Corona Virus, CoVid19, Uncategorized

Los Juegos Pandémicos

Adiós, Olimpiadas. Hola, Juegos Pandémicos: Imagino la frustración de los atletas ante postergación de las Olimpiadas de Tokio debido al CoVid19. Sin embargo, deberíamos aprovechar esta hambre competitiva para crear unos nuevos juegos, los “Juegos Pandémicos”. Lamentablemente, a pesar de mi intención de rendir homenaje a los originales, no pude limitarme a los griegos, así que los pocos historiadores puristas que me lean, discúlpenme.

Categorías Iniciales:

  • Premio “No-Nostradamus”: otorgado a quién siempre sabe con anterioridad lo que va a pasar, pero lo anuncia al día siguiente. Digamos que ve el futuro, pero espera al presente para anunciarlo.
  • Premio “Neo-Gregoriano”: reservado para quienes han hecho de su apego a calendarios y agendas creados –por ellos- para estos tiempos, casi una religión. Por supuesto que para ser candidato a este premio hay que mostrar irrefutable evidencia audiovisual no sólo del instrumento, sino de la felicidad de su estricto cumplimiento.
  • Premio “Magistrum”: Dedica todo su tiempo a asegurarse de que su descendencia tenga una plaza asegurada en Cal, Harvard, Stanford, La Sorbonne, o la Complutense. Para ello convierte cada ocasión en una oportunidad educativa. Ejemplo de lección: “si comes 100 gramos de trigo (incluye peso en sistema métrico decimal, conversión a lbs,  familia botánica y lugares geográficos de cultivo. Bono por primera civilización que dejó de ser nómada por aprender a cultivarlo); ¿cuánto debería pesar eso que dejaste ahí ahora que ya no usas pañales?.
  • Premio “Perfecto Prefecto”: merece un premio por su devoción a la investigación y divulgación, de todo lo que estamos haciendo mal. La humanidad está condenada al fracaso, y él está ahí para explicarnos porqué.
  • Premio “La Tierra es Plana”: ¿qué pueden saber los científicos que él no pueda refutar con una búsqueda de Google? Desdeña años de investigación al leer un artículo, publicado en una revista de farándula o pseudo ciencia, que dice exactamente lo contrario. Se manifiesta especialmente en Whatsapp, pero Facebook también tiene sus candidatos.
  • Premio “Bufón, y no Gianlucca”: para los que al verse encerrados entre cuatro paredes, encontrar parques cerrados y agotadas hasta las novelas mexicanas de Netflix, recurren a reírse de su situación. 
  • Premio “El Señor del Señor de las Moscas”: otorgado a los padres que demuestren más paciencia –o auto control- ante la inminente salvajización de los niños confinados en sus casas. En este caso, no se exigirá prueba audiovisual. Sólo Fé de Vida (de los padres).

Con mucho humor,

Carmen.-

1 Comment

Filed under aprendizaje, castellano, Corona Virus, CoVid19, Español, Humor, Juegos Olímpicos, Olimpiadas

“Diarios del Corona Virus (o cómo se llame cuando leas esto)” II

“Diarios del Corona Virus (o cómo se llame cuando leas esto)”

Día 2. 

Viernes, 13 de marzo de 2020.

Tengo casi 12 años viviendo en Berkeley y una de mis primeras impresiones sobre esta ciudad es que nunca pasa nada. No es que sea aburrida, o que no tenga vida social o artística (está a 20 minutos de SF), pero cuando uno crece en Caracas, donde el índice de normalidad es definido por el porcentaje de incertidumbre, la capacidad de sorprenderse disminuye considerablemente.

En Venezuela podría sustituirse la manera de calcular la “Densidad de Población”, el resultado se obtendría al calcular el número de habitantes en un área que son víctimas de eventos impensables en relación con una unidad de superficie dada. Y esta área podría ser de 20 km2. Créanme. Sería altísima. Y quizás empezaría a llamarse “Densidad de Des-población”. De ahí mi escasa capacidad de asombro y mi manía de llamar cualquier acontecimiento que incomoda a mis queridos amigos americanos “Problemas del Primer Mundo”. Por favor, perdónenme.

El viernes empieza fácil. Tener que despertar a solo uno de los chicos hace que la mañana tenga una luz especial, sobre todo si el que se queda durmiendo es el adolescente. El que va a Middle School está emocionado: cree que le están adelantando el Spring Break. Y aún tiene su hand sanitizer. Lo dejo en una escuela donde no pareciera que se están preparando para estar tres semanas sin clases: bien por ellos. Los niños no necesitan sentir ese pánico.

Decido no ir a mi clase de yoga e inocentemente manejo hacia Costco para asegurarme mi dosis semanal de Coke Zero y Red Bull (no me juzguen). No me había dado cuenta de que sufría de PTSD hasta que vi que los carros que intentaban entrar llegaban hasta la salida de la autopista. Sólo me tranquiliza comprobar que el suministro de gasolina es completamente normal. 

A la hora de la salida, los chicos se despiden como cualquier viernes. 

Llego a mi casa y mi hijo adolescente ya tiene “cabin fever”. Los niños, afortunadamente, no tienen consciencia de su propia mortalidad. Ni siquiera de su vulnerabilidad. No poder salir a jugar con sus amigos suena como si yo lo estuviera castigando. Y él no entiende qué hizo.

Aún quedan vestigios de normalidad: las familias hacen planes para irse a esquiar el fin de semana porque, por fin, va a nevar en este lado de California. Reviso el estado de las carreteras. Controles de cadenas. Hago contacto con la vida real. 

Ya estoy extrañando el que en Berkeley no pase nada.

Leave a Comment

Filed under aprendizaje, Berkeley, Corona Virus, escuela, Español, hijos, madres, niños, padres