Si mi estado natural no fuera un “estoy a dieta” eterno me alimentaría a base de pan y pasteles. “Canilla” de panadería venezolana y pastelitos de papa (andinos, de ser posible).
Pero, por supuesto, después de la final de la EURO 2012, no vienen a mi mente los exquisitos pasteles ni las panaderías, sino el peyorativísimo término “pastelero” y los todo menos “panas” que lo usan.
Cada evento deportivo internacional, los venezolanos estamos condenados a sufrir: no siempre contamos con representantes que mantengan viva nuestra esperanza de llegar a una final, sobre todo si ese evento es la EURO y nuestro país pertenece a latinoamérica. Como si eso no bastara, si se nos ocurre simpatizar con un equipo con el que sólo nos unen los poco nobles nexos de simpatía somos agredidos.
Durante cada uno de esos sucesos, el país se divide en dos ¿equipos?: 1.- los “Orgulloso de NO ser 100% venezolano como tú” (también conocidos como los “muéstrame tu árbol genealógico para admitirte en este selecto grupo”) y 2.- los “Todo el que apoye a un equipo no venezolano es traidor”.
En algo están de acuerdo estos dos archi rivales (nuestros, no entre sí): nadie tiene derecho a ir al equipo que ellos no consideren está dentro de sus “opciones”. Cual sistema de castas, sólo puedes o bien ser hincha del equipo del país donde naciste o apoyar al del país de tus padres (previa presentación de pasaporte o DNI, claro).
El frenesí de cada partido activa un sistema de comentarios de este estilo: “ojalá así apoyaran al equipo de bolas criollas” “¿y éste por qué dice que Ramos juega bien si a su prima la rebotaron de Barajas?”
Fastidiosos, ¿no? Pero, en mi opinión, los peores inquisidores del fútbol “no venezolano” son los inventores del término “pastelero”: donde caen los incautos que osan no quedarse en las castas instituidas por estos Fan-nazis. Esta patrulla del fanatismo llama “pastelero” a quien se atreva a emocionarse sin tener derecho a ello. Las sanciones de estos policías/jueces/verdugos expeditos consisten en crear argumentos, siempre absurdos, para contrarrestar las expresiones de emoción de los “indignos”, y tildarlas de “pastelerismos”. Claro, porque ellos son “de la casta superior” a la que los parias nunca tendrán acceso.
Tontos! el fanatismo no pide pedigree ¿La inspiración de la Vinotinto son sólo jugadores venezolanos?
Les cuento algo: si a uno no pueden obligarle a querer a la familia, menos me van hacer apoyar a un equipo “porque sí” y tampoco van a lograr que deje de gustarme otro “porque no es venezolano” o porque “yo no tengo pasaporte burundés”.
Los equipos sin fanáticos no existen. No imagino a los jugadores del equipo español o italiano creando una lista de requisitos para apoyarlos. Ni mi papá, español (no sólo de pasaporte), ni mis queridos vecinos, portuguesísimos, cuestionaron el amor de los venezolanos “de pura cepa” por sus equipos . Creo que si me vieran a mí haciéndolo no entenderían. En realidad yo tampoco entiendo.
Ayer leí una de las declaraciones más tontas que he visto últimamente “No felicito a nadie si no tiene pasaporte europeo” y pensé que, sólo en eso, soy más estricta: no felicito a nadie si no jugó en el partido.