Cuando empezó la encerrona del CoVid me hice otra de mis famosas resoluciones incumplidas: escribir más a menudo. Eso, más el firme propósito de dos horas de ejercicio a diario, aprender a tocar el ukulele (!!!!!!), organizar las fotos de mi teléfono, y hacer kimchi, eran miembros de la pandilla de mis “algún día.”
No sé si fue porque me di cuenta de que lo que parecía tiempo libre me hacía sentirme atrapada. O porque no quería pensar, y menos escribir, sobre lo que estaba pasando y así hacerlo menos real. A lo mejor fue culpa de “Tiger King.” En conclusión, de las metas que me propuse al principio de los confinamientos no creo haber alcanzado ninguna.
Sin embargo, la lista de lo que no sabía que tenía pendiente sí se ha ido completando. No tenía planeado reconectar con gente que ni sabía que extrañaba, y que a lo mejor ni sabía que existía. Ni comprobar que en un mes no vas a recordar el 99.9% de lo que crees que es importante hoy. Tampoco pensaba descubrir que “no tengo tiempo” en realidad significa que no tienes ganas.
No sé si mi balance de logros sea positivo o negativo. Tampoco creo que convertir una situación difícil en una auto evaluación sea lo más sano para mí. O para nadie.
Eso sí, después de más de año y medio con demasiado de ese mal llamado “tiempo para mí”, concluí que no debería llamarse “tiempo libre” si estás obligado a tomarlo.
Hola Carmen,
Ingrid Bravo me compartió tu blog. Me encantan tus reflexiones y tu humor.
De acuerdo contigo en que “Tampoco pensaba descubrir que “no tengo tiempo” en realidad significa que no tienes ganas.”
Y me gusta tu conclusión: “concluí que no debería llamarse “tiempo libre” si estás obligado a tomarlo.”
Yo también tengo un blog, en ingles. Y escribí un post sobre el tema del tiempo titulado “3 Reasons to Never Say ‘I Didn’t Have Time'”
Ya para mi escribir se ha convertido en una necesidad emocional, así que, tiempo o no tiempo, escribo.
Saludos