Aprender a leer.

Desde que recuerdo, siempre me ha encantado leer. Quizás porque no había tantos programas de TV ni existían las computadoras, o porque en mi casa el único video juego que existió fue el primer Atari mi manera de pasar el tiempo libre era leyendo. Tanto, que cuando en cualquier formulario me preguntaban mis “hobbies” mi primera respuesta era “leer”.

No me refiero a obras maestras de la literatura ni a tratados filosóficos: la biblioteca de mi casa tenía desde las obras de Ortega y Gasset hasta “El Tercer Ojo” de Lobsang Rampa, y pasaba por las ediciones de bolsillo de Agatha Christie, historias del inspector Maigret, todas las revistas de “Alfred Hitchcock presenta” y unos cuentos tristísimos que olían a polvo, de Somerset Maugham.

Podría narrar cronológicamente mi infancia y juventud según los libros que leía. Por eso, me extraña tanto que, para mi hijo mayor, leer sea considerado una tarea o, peor aún, un castigo.

“¿Mami, si leo me dejas jugar con el Nintendo?” es casi una pregunta diaria en mi casa. “Leí 20 minutos, ¿ahora puedo hacer otra cosa?” “Ya en la escuela leemos suficiente” es parte de su guión diario. Y no es que lean “Platero y yo” (de lectura obligatoria en mi niñez y fastidiosísimo a cualquier edad). Comienzan con las obras del Dr. Seuss, quién escribió libros infantiles para enseñar a leer porque se dio cuenta de que ninguna de las obras recomendadas para esto resultaba interesante para los niños. Tienen acceso a historias divertidas y hasta algo escatológicas para los estándares del Colegio del Opus Dei donde estudié. Pero, ni así. No he encontrado la forma de hacer que mi hijo tenga una relación amorosa con la lectura tan hermosa como la mía y me frustra que un niño tan inteligente como él (modestia aparte) no aproveche las ventajas que le dará leer con gusto.

He pedido consejos en la escuela, en la biblioteca pública, foros de Internet, etc. La televisión está alejada y las computadoras sólo las usa para investigaciones. Por mi parte, dejé de usar lectores electrónicos y volví a los libros físicos para que viera que estaba leyendo. Le leo historias escogidas por él, pero nada.

Quizás mi error está en querer que mi hijo disfrute con las mismas cosas que me hacen feliz y debo dejarlo escoger sus propios amores. A lo mejor si sólo me ve jugando Zelda, por llevarme la contraria lea todo lo que hay en la biblioteca ¿Resultará darle una sobredosis de telenovelas mexicanas para que, harto, no quiera oír más tv en su vida?

Claro, yo me preparo para un milagro y uso eso como excusa para estar al día con los libros “de moda” entre su generación: ¿Ya leyeron “The Hunger Games”?

 

5 Comments

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5 Responses to Aprender a leer.

  1. Algo que se me acaba de ocurrir ¿has probado con los cómics? Mi hijo se leyó todos los cómics de The Walking Dead de un solo golpe.

  2. Yo leí mucho durante mi infancia, pero cuentos cortos, revistas, y ese tipo de cosas, no le entré a las novelas hasta mucho mas tarde.

    ¿Qué edad tiene tu hijo? ¿Has probado con cuentos cortos? ¿Con un buen blog? Que leer se le haga algo regular.

    Lamentablemente mi hijo tampoco disfruta mucho con la lectura. Le fascinó la película del Señor de los Anillos, pero lleva años intentando terminar el libro. Le encantó el videojuego de Dune, pero no tiene ningún interés en leer las novelas. Lo mismo que con las películas y videojuegos de Harry Potter, le gustaron mucho, pero leer las novelas no se le pasa por la cabeza.

    A mí mi Mamá me leyó muchísimo siendo niño, yo intenté leerle a él, pero su nivel de atención no daba para eso. O ¿será que era mi nivel de paciencia?

  3. Mi amada amiguita
    Ya vendrán tiempos en que Santiago ame la lectura como su mami.Sigue incentivándolo en esta hermosa y nutritiva actividad.
    Yo tuve la misma experiencia con Reinaldo;y hoy,si sus ocupaciones se lo permiten,lee igual que yo…..Involúcralo en lecturas afines a su edad….Los libros de aventuras,tanto los antiguos como los más contemporaneos son ideales para motivar a tu inteligente Santiago
    Siempre contigo,mi amor

  4. carmen

    Jaime, gracias por darme esperanzas 🙂

  5. Jaime López Soto

    A veces me consuela pensar que hay libros que llegan en el momento adecuado. De niño no leía nada, no había libros en mi casa. A los 17 años, después de reprobar todo lo que pude en la preparatoria, pensé que lo mío no era la escuela. ¿Cultura para qué?, eso no me da de comer. Pero hice el intento de probar si era cierto y encontré a Julio Cortázar, luego vino Rayuela (que me abrió un mundo inconcebible a esa edad) y luego llegaron todas las lecturas y libros que pude. Tengo una sobrina adolescente a la que nunca pude enviciar en la lectura, otra sobrina de seis que tampoco le interesa. Ojalá algún día (que sea pronto),llegue el libro que les permita conocer un mundo inimaginable…

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