Maldito espejo. Seguro goza recordándome que la gravedad no tiene nada de fuerza atractiva.
Envidio a mis amigas, esas diosas, que están disfrutando envejecer. Para mí se ha convertido en dos “tours de force”, que se enfrentan: El equipo “mantenimiento básico/hazlo con dignidad/acuérdate de Meg Ryan” y el equipo “primero muerta que con cuerpo de cincuentona y bata de encaje de playa”. El tiempo, decidirá el ganador. Y seguramente le dará una medalla, de plata.
Lo que sí me divierte enormemente es mi envejecimiento mental. Ese que no tiene que ver con pérdida de facultades mentales, sino con el desarrollo de capacidades premonitorias, donde con pocos elementos sé exactamente qué va a pasar, o mejor aún, qué no va a pasar.
Mi “primera juventud” estuvo llena de una fé de lentes rosados, que esperaba finales felices hasta en series de terror coreanas. Creía que todo tenía un significado en esa autobiografía “en vivo” que protagonizaba. No entendía la poca importancia de esos personajes secundarios que terminarían siendo extras, y hasta editados en la versión final.
Ahora, trato de retrasar el cuerpo de cincuentona y el “cover up” de encaje, pero luzco con orgullo mi cara sin lentes rosados, con anteojos para la presbicia, rojos, que me ayudan con mis premoniciones, y enfocan lo importante. Lentes que demuestran que hay cosas que siempre serán borrosas,
Monthly Archives: September 2021
Premoniciones.
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